Venecia se deja querer y Venecia es el no-lugar de todo deseo de un estar diferente en esta infinita sociedad de lo espectacular y de lo «espectaculante» a la deriva (aquello que nace ya dentro de la estructura misma de lo espectacular y que no requiere de dirección, de un algo que substituir, tampoco de orden o instrucción: lo espectaculante es, en uno de sus modos, lo casi-deseado) Esto no es un trabalenguas, es una realidad vaciada, que no vacía, de toda otredad.
Pero volvamos a Venecia, la deseada, escenario, otra vez (y otra) de una de las bienales más visitadas y generalmente más polémicas. El próximo año hay bienal y el Estado Español ya tiene comisario, proyecto y artistas (y comisario -sé lo que digo) para en un plazo breve, demasiado de tiempo, acometer el desarrollo del proyecto. Todo en ellos es interesante, el Estado Español lleva dos bienales, las últimas, acertando con sus propuestas y con las polémicas derivadas de las mismas: Dora García fue una gran representante (si bien su éxito lo es, en y del exilio) y Lara Almárcegui, la última en representar a España, también a cultivado su carrera de intensidades después de formarse en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca en eso que desde aquí llamamos el extranjero. Pues bien, escrito lo escrito, desear unos meses de fructífero e intenso trabajo a Martí Manen, como «comisario» (modulador -dado el proyecto que ha concebido) y a los artistas Cabello / Carceller, Francesc Ruiz y Pepo Salazar en tanto que «modulantes» la mejor de las experiencias y también el mejor de los resultados. Venecia es una plaza difícil: el turismo cultural cada día está mejor preparado. Esperemos que esta vez los catálogos llegan al país de referencia. la constitución paranoica es un complex de cuatro valencias: querulancia (me encanta esta palabra), celos, perversión y mitomanía (se podrían añadir mendacidad y malignidad)… pero Dalí era, siempre lo he sentido así, más que todo eso. También menos.
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