La informática sigue ofreciendo nuevos horizontes al mundo del arte y a sus diferentes ramas, entre ellas, la escultura. Hoy en día las impresoras 3D marcan la diferencia por las posibilidades que ofrecen, pero no es la primera vez que el binomio escultura y computación aparecen juntos. Lleva vigente más de cuatro décadas.

De hecho, en la República Checa a finales de los 60 ya se utilizaban ordenadores para pintar esculturas. Pocos años después, en EEUU, el artista Robert Mallary desarrolló un programa de ordenador (TRAN2) que se podría utilizar para diseñar formas tridimensionales apilando dos moldes bidimensionales, el germen de las actuales impresoras 3D. También en España se experimentó con obras de arte de escultura computacional. En los primeros años 70, José Luis Alexanco utilizaba un programa informático que manipulaba el contorno de la figura humana, basándose en investigaciones matemáticas. Mientras tanto, en 1973, Ron Resch diseñaba un gigante huevo de pascua ucraniano, la primera estructura física diseñada con software de modelado geométrico asistido por ordenador. Abrían el camino a la escultura computacional de hoy.

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